viernes, 18 de julio de 2008

distancia en tiempo

¿Dónde estoy? ¿Cuan lejos? Cuan cerca de mi ciudad? ¿De mi…?
Las formas de la distancia por esta parte del mundo se andan también midiendo en tiempo. ¿A cuánto nos encontramos? Tan lejos y tan cerca. La distancia interna. Esa que no se mide en kilometros y ese tiempo que no se mide en días ni en años.
Unas veces estás cerca como si hubiera un tiempo-espacio compartido con los que están allá, como si cada uno siguiera su línea y donde está la tuya hubiera simplemente un paréntesis, un vacío redirigiendo tu tiempo-espacio a otro mundo. Otras veces parece que esa misma línea se corta y empieza hacer recorridos inesperados en espacios-tiempos en lo que te perdes en la vertiginosidad de un continuo de estaciones desordenadas.
En esos viajes caminas por las calles de tu ciudad natal mientras pedaleas las calles de esta nueva ciudad extraña y propia. Estás en los que están allá, están acá en vos, pero a la vez son nuevos desconocidos. Ese lugar común que excede la no presencia es a la vez atravesado por un tiempo espacio quizás real que los tranforma. Se abre el telón y aparecen unos nuevos personajes en un espacio tiempo otro que pertenecen a esa línea enroscada en la que la distancia hizo sus efectos. Y si volves al lugar de donde partiste serán ellos los que sigan sus lineas espacio-temporales mientras vos ya no pertenecezcas a esta ciudad.
A veces te das la mano con lo que fuiste, después de dejarte llevar por un estado del tiempo, por una distancia retrospectiva en la que te perdonas. A qué distancia quedan los momentos que te acordas exactos cuando hay un olvido de lo reciente, hace cuánto si quedan tan cerca. Dejas de correr por todo aquello que no fuiste, te recostas en el pasto cuando está anocheciendo. Y bajo la luz de una luna plantas nuevas semillas, cortas los brotes que ya murieron. Y esas partes secas las pones en la misma tierra en la que plantas las nuevas semillas. Te dejas llevar por en ese ir y venir, la fijeza y el cambio, en lo simultaneo de vos, en ese preciso instante en donde sos todo eso. Y entonces te abandonas para sumergirte en la oscuridad de tu ser y así acortas tus propias distancias.
¿El pasaje de vuelta es doble para quien fuiste y quien sos? ¿caberan ambas en el asiento del destino? ¿Vale también para esos sitios lejanos en los que hay otros tiempos, formas de tiempo sin fin, muerte, los tiempos sin tiempo? Ese instante eterno, de ser y deshacerse. Quizás lo encuentres cruzando la frontera, abriendo una puerta, cerrando los ojos.

1 comentario:

Janela dijo...

Si me hubiera hecho esa pregunta hace un tiempo real atrás. Te hubiera respondido que el asiento de al lado venía vacio pero en mi tiempo imaginario hubiera jurado que en un principio era para dos. Ahora el tiempo es diferente y con tu hermosa y real redacción, precisa en cada palabra que dejas fluir he entendido algo mas sobre mi vuelo y "la distancia en tiempo".... gracias. (janela en la magia, carolina en lo real)